En esta dimensión existen entidades que no pueden vivir fuera de ella. (Ver el caso de “mascotas virtuales” a las cuales se las puede adoptar y hacer su cucha en nuestros sitios y blogs). Y he aquí el límite de nuestra existencia. Hiroshi Ishii realiza una excelente metáfora acerca de esto en Más allá de los píxeles ubicuos y nos dice: “Ahora nos preparamos para cruzar esta costa entre la "tierra" del mundo físico (átomos) y el "mar" de la información digital (bits). Pero ésta no es una travesía fácil. Nuestros órganos visuales y auditivos están sumidos en el mar de la información digital, pero nuestros cuerpos permanecen aprisionados en el mundo físico.”
Al arte tradicional, lo vivimos terrenalmente u on-line pero siempre guardará una condición que la inhabilita de convertirse en “arte en red”. Por ejemplo, Disfrutamos de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart y su eterno “we'll always have Paris” en Casablanca. Tomando al cine como séptimo arte (y tradicional) pero, hoy a esta película se la puede bajar directamente del ciberespacio o verla on-line con Portales como You-Tube. Pero primitivamente, existieron actores de carne y hueso, cámaras, escenarios reales.
¿Y en el caso de las películas de animaciones? En este caso, se quiebra una de las patas fundamentales del net.art Esta película animada puede ser quemada a un CD-Rom o DVD o ser llevada al celuloide. Lo mismo pasa con las imágenes creadas por computadoras, este fue el comienzo del arte digital, pero tranquilamente uno puede reproducirlas al papel, enmarcarlas y lucirlas donde mejor parezca. O quien se dedica a volcar pintura en un lienzo y conforma su obra, potencia inimaginablemente sus posibilidades de publicitarse al digitalizar su creación: pero fuera del lienzo o por dentro del ciberespacio, su obra queda insípida, ya que la profundidad de los colores se los traduce a RGB de 24bits y con resoluciones óptimas para publicar en la web de 96 píxeles por pulgadas. La textura que le da la presión del pincel en la pintura, que refleja las sensaciones del artista simplemente desaparecen. Esta es la cualidad del arte tradicional “subido” a la red: Inmaterial, desanimado y libre del espíritu de su creador. Al contrario que el net.art quien es incapaz de sobrevivir fuera de su inmenso mundo.
Las obras de los netartistas se interrelacionan con quienes las contemplan (Net.Art: Una mirada - Visto: 21/04/07). Arte que cambia en tiempo real. Pero condición de quien aprecia una composición del art on web es disfrutar de ella justamente ahí, on-line ya que al “bajarla” a cualquier formato tradicional o “terrenal” así sea en soporte magnético, esta muere. Quedan las obras en estado vegetativo, enmarcadas o colgadas en el living. Por esto: La función que tiene el ciberespacio es tan concluyente para el arte tradicional como para el net.art. Y tiene que ver con el Ser y Estar en la web.
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