El interfaz gráfico, ajustado con propósitos a nuestra medida y con sus metas nos conduce por diferentes estadios del ciberespacio. En algunas ocasiones nos ayuda con la reserva de una habitación de hotel, aunque estando al otro lado del globo, a muy bajo costo y con los tiempos aún más optimizados que de una reserva local. Esto lo vuelve atemporal e inconmensurable. Y en otra situación vuelve nuestra persona a quienes queremos ser en ese momento, mediante un seudónimo que nos solicita este interprete para el pase. Le aseguramos con un “enter” en la casilla del nick que somos “Shakespeare_2007”.
Y así podemos presentarnos en una sala de “Chat” (si es que no hubo otro ocurrente que nos haya ganado de mano y usado este mismo apodo). Con lo que vuelve del mismo modo a esto en extremo impersonal.
Entonces, nos sentamos frente a esta ventana, a ver a través de intérpretes lo que queramos ver, sin una personalidad fehaciente. Y es realmente atrapante.
Estamos en presencia de no solo un medio de comunicación masivo e instantáneo. Sino también de otra dimensión.
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